jueves, 3 de febrero de 2011

A los de hoy y ayer.


“Ustedes son el futuro” cliché a oídos de cualquier adolescente, de cualquier época. Lo cierto es que sobre los jóvenes siempre cayó el peso de tener que construir un porvenir mejor, con el presente que antiguos adolescentes dejaron, muchas veces sin esperanzas.

Muchas diferencias pueden separar a los casi adultos argentinos a lo largo de la historia, pero en los por lo menos últimos treinta años una gran coincidencia los une dejando de lado las distancias: ser victimas.


Victimas en los `70 de un sistema político opresivo, donde expresarse era un crimen y la economía no ayudaba a establecerse en el mundo adulto. Aquellos que jugaban con las bombas creyendo poder derrotar a un ejército militar no ganarían la guerra y perjudicarían a la vez a miles de jóvenes inocentes.

En un golpe de puerta de Falcon se borraban ilusiones, y la vida quedaba chiquitita en las manos de aquellos que torturaban a futuros médicos, escritores, padres y madres de familia...a presentes ilusiones y sueños, a presentes que no pudieron construir ni siquiera su propio futuro.

Victimas en los `90 de ser sucesores de una generación borrada casi por completo, herederos de sueños aplastados, de ideologías perdidas tapadas por el comienzo de la concentración de medios y reemplazadas por la cultura de la globalización.

El desinterés de esa generación fue legado de la desesperanza, del siempre fracaso frente a las armas, del miedo. Los exponentes fuertes cobraron forma de walkman, televisión, una incipiente Internet, peinados, ropa y música a lo yanqui. Logrando así que los jóvenes encontraran refugio adoptando una cultura globalizada, perdiendo identidad, borrándose del mapa nacional por voluntad propia.

Y aunque de a poco, Argentina intenta levantarse recuperando en la memoria a los jóvenes que lucharon hace treinta años, recordando a todos la importancia de la identidad. Resulta insuficiente pensar en la perdida de identidad como solo de una época y como sinónimo de desaparición física.

Ya no volverán los desaparecidos, quizás recuperar ideales fuertes sea una tarea difícil, pero lo que todavía está a tiempo es la recuperación de identidad de los jóvenes del presente, por empezar por ellos mismos, luego con vistas al futuro.

Reivindicar la identidad nacional, lo maravilloso de la Argentina: sus costumbres, sus paisajes, su gente. No olvidar jamás el pasado doloroso que marcó la herida insanable de este país, pero enseñar a los jóvenes de hoy a mejorar su presente comprometidamente para asegurar un futuro, aunque no sea económico o político, por lo menos ideológicamente mejor.

Y sí, mientras este país siga vivo, siempre será un cliché y una presión para los jóvenes del presente la frase
 “ustedes son el futuro”. Pero posible modificando el presente, mirando adelante con la frente en alto y recordando 
aquellos luchadores, como diría Chaly Garcia, como “Grandes valores del ayer, serán los jóvenes de siempre, los 
eternos los que salen por T.V”.

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