jueves, 3 de febrero de 2011

Blanco o Negro: la guerra de los roces.


Todo Batman tiene su Guasón, como el ying tiene al yang y aunque en ambos casos son los opuestos, uno no podría existir sin el otro, se necesitan y se complementan. Se eligen a los enemigos cuando están a la altura del conflicto, se les envidia lo que a uno le falta y cuesta reconocer las similitudes, que son las que generalmente aumentan la competitividad.
Tiempo Argentino nació con un contrincante ya nutrido, o más bien Tiempo Argentino nació para ser un contrincante, del ya de 65 años diario Clarín con su “toque de atención para la solución argentina de los problemas argentinos”.
Y Clarín sumó otro problema al aparecer un diario que le retrucara absolutamente todas sus palabras y que además acusara a su fundador, Roberto Noble, por vincularse con la última dictadura militar, derivando de aquello la presunta apropiación de niños de desaparecidos por parte de su esposa Ernestina Herrera de Noble.
Un diario con habilidades camaleonisticas, que acompañó a cada gobierno de turno, sin importar el credo, rompió con esa lógica el día que decidió apoyar al Judas de la presidencia de Cristina Kirchner, Julio Cobos (con su famoso “mi voto no es positivo”), y se acercó al poder del campo para declararse enemigo de los K en un salto sorpresivo de panqueque.
A partir de esa quiebra la historia mediática en Argentina cambió abruptamente, y se desató un fenómeno nunca antes visto que encontró su mayor expresión cuando surgió el contestatario “Tiempo Argentino”.
Ahora los medios no sólo hablarían de los hechos noticiosos, sino que  se iba a comenzar a hablar de los propios medios en sí. Y con exageración autorreferencial y litigante, aparecieron en la cabecera “Tiempo Argentino” y “Clarín”.
Mas que una confrontación de hechos, parecería que la apuesta que se tienen ambos diarios se acerca a lo personal más que a informar al pueblo, llegando a tal punto de ganar lectores por un fanatismo con la izquierda de parte de “Tiempo Argentino”.
En cuanto a “Clarín”, todo este asunto mediático, cual pelea de vedettes contra el gobierno, hizo que se perdiera credibilidad en el medio y con ello muchos lectores. Por hartazgo o pérdida de fe en el periodismo, leer “Clarín” ya no es lo que era, y si las cosas siguen así es más que seguro que los lectores se irán junto con el tiempo.

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