martes, 5 de octubre de 2010

Reforma Universitaria 1918: EL INICIO DE LA REVOLUCIÓN JOVEN EN ARGENTINA

 La sangre en ebullición, posturas ideológicas a flor de piel, luchar por los intereses hasta lograr concretar los objetivos...el fin: justicia social, igualdad para todos. Un conjunto de características que bien podrían reunir cualquier grupo de jóvenes estudiantes.

Pero las inquietudes adolescentes no tuvieron desde un principio la fuerza suficiente para enfrentar el duro mundo adulto, hasta que un día de 1918, rondando la Universidad Nacional de Córdoba, un grupo de jóvenes estudiantes dijo BASTA.

En un contexto de estricto conservadurismo la institución educativa cordobesa se fue convirtiendo de a poco en un claustro del clero, donde se reproducía la organización como un sistema feudal y se suprimían teorías científicas elementales (de la evolución por ejemplo) por ser contradicentes del fanatismo religioso.

Este hecho combinado a otros más (incluyendo la clausura momentánea de la Universidad) comenzaron a encontrar una contracara interesante: la libertad ya instaurada de la ley Saénz Peña (voto secreto y obligatorio en 1912) más las intensas corrientes inmigratorias con esperanzas de progreso individual y colectivo, comenzaron a dar mayor confianza al pueblo que quería progresar.

A partir de estos elementos, los jóvenes reformistas se sintieron preparados para exigir condiciones que les garantizaran una educación más honesta y profesional. Dentro de lo reclamado se encontraba el pedido de docencia libre, cátedras paralelas, concursos públicos, extensión universitaria y periodicidad de la cátedra, entre otros.

La lucha no fue fácil y la violencia no se hizo ausente, pero luego de la perseveración de estos jóvenes la revolución educativa se hizo una realidad y sus reclamos se cristalizaron en hechos concretos, todo a su debido tiempo por supuesto, que Argentina siempre fue igual.

Este gran paso alentó al resto del país y consecuentemente al resto de América Latina. Marcó el inicio de la lucha universitaria por los intereses de los estudiantes más que de los politicos, generó la creación de centros de estudiantes capaces de resolver inquietudes y defender a los jóvenes intelectuales.

Gracias a ese grupo de incansables reformadores la educación en Argentina tuvo un viraje positivo. Hoy a casi cien años de esta revolución, los estudiantes del país siguen el ejemplo y no pierden las fuerzas en luchar por mejoras edilicas, concursos públicos más transparentes y mayor participación en las decisiones institucionales.

Hoy los alumnos de la patria muestran en televisión sus "ganas de aprender" en un lugar seguro y limpio. Lo que no es todavía claro, es si al igual que aquellos jóvenes de 1918, ellos mismos tienen objetivos tan claros con vistas a apliaciones posibles que garanticen el progreso intelectual para todos.

Por aquel entonces tampoco fue fácil lograr captar la atención de los funcionarios sobre los centros universitarios. Ojalá que al compartir los mismo edificios, hoy históricos por su antigüedad, la iluminación caiga sobre los estudiantes de este presente y puedan lograr cambios como aquellos reformadores, antes que un escombro aplaste sus ideas.

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